domingo, 20 de abril de 2008

Instantánea en blanco y negro

Nunaca más voy a comer hongos con arroz, o casuela de arroz con hongos, eso, no lo voy a comer nuca. La cuidad estaba como gris y también como otoño, pero era noviembre. El peugeot era del padre todo destartalado, se quejó mucho en el estacionamiento cuando tuvo que subir por la rampa empinada hasta el segundo piso, él también se quejó mucho, de los estacionamientos en la ciudad y de algo más, se quejaba mucho, como el auto.
Después comimos los hongos en un lugar cerca de la avenida Santa Fe, un restaurant autóctono que también ofrecía crayones para dibujar en los manteles de papel de almacén con que cubrían las mesitas de pino pintadas en colores fuertes.
No dibujamos, hablamos un rato de lo que cada uno hacía, y depués también hablamos de lo que hubiésemos querido hacer o de lo que ibamos a hacer, no sé, es confuso.
Salimos un rato más tarde y seguía la calle desnuda y gris y ahora el viento.
Me quiso besar y me escapé, me acompañó a la boca de un subte para volver a casa. Me dijo que nunca sabía qué querían las mujeres, yo tampoco.

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